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Es muy común que en ciertas zonas del cuerpo haya un exceso de grasa que difícilmente se reduce con dietas y actividad física. La liposucción es la solución a estos casos.

Planificación de la cirugía:

Se identifican las zonas a tratar en función de las necesidades de cada paciente. Las zonas más comúnmente tratadas comprenden el abdomen, flancos, zona de caderas y muslos. Para realizar la liposucción se requiere la infiltración con suero y vasoconstrictores de las zonas a tratar, y posteriormente se realiza la aspiración de la grasa con cánulas de 5-3 mm de diámetro.

Anestesia y postoperatorio:

Si la zona a tratar es pequeña y el volumen que se tiene que liposuccionar no supera los 500 ml aproximadamente, se puede considerar realizarlo con anestesia local. En caso contrario, si aspiramos grandes volúmenes, de hasta 3-4 l de grasa, hace falta anestesia general y un buen control del balance hídrico corporal por parte del anestesista. En casos de grandes volúmenes extraídos hace falta ingreso hospitalario. En las primeras 2-3 semanas, la inflamación de las zonas tratadas es muy evidente, y también los hematomas, las equimosis y un cierto grado de pérdida de sensibilidad, que se recupera con el tiempo. Hace falta vendaje compresivo y fajas en las zonas tratadas. Una vez pasada esta fase son beneficiosos los drenajes linfáticos para mejorar más rápidamente, pero los resultados –aunque ya son visibles al cabo de un mes de la cirugía– no son definitivos hasta pasados al menos cuatro meses.